EDITORIAL – El Afroargentino N° 6

TODO EL PODER AL PUEBLO

“¿Cómo acompañar a la redistribución de la riqueza, a la ampliación de la capacidad de consumo, a la ampliación de la satisfacción material de los trabajadores, con un nuevo sentido común? ¿Y qué es el sentido común? Los preceptos íntimos, morales y lógicos con que la gente organiza su vida. ¿Cómo organizamos lo bueno y lo malo en lo más íntimo, lo deseable de lo indeseable, lo positivo de lo negativo? No se trata de un tema de discurso, se trata de un tema de nuestros fundamentos íntimos, en cómo nos ubicamos en el mundo. En este sentido, lo cultural, lo ideológico, lo espiritual, se vuelve decisivo. No hay revolución verdadera, ni hay consolidación de un proceso revolucionario, si no hay una profunda revolución cultural.” Álvaro García Linera, Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

En estas palabras se puede sintetizar gran parte de lo que nos está ocurriendo. Ante el retroceso de procesos progresistas en diferentes países americanos, y en particular del avance de la derecha en Argentina, se escucha hablar últimamente de recolonización, neocolonialismo o colonialismo a secas, como si se cerniera sobre nosotros la vuelta a algo supuestamente dejado atrás hace dos siglos. Sin embargo, si hay algo que sabemos bien los y las afrodescendientes, es que las cosas para nosotros parecen llevar congeladas 200 años, cuando se implementó la última gran “política pública” para con nuestra comunidad: el tímido artículo 15 de la Constitución Nacional (que anuncia la inexistencia de la esclavitud sin abolirla, un término que conllevaría otro significado y peso). En términos sociales, culturales y políticos, pocos avances ha visto nuestra Comunidad. Somos muchos los afroargentinos que hace tiempo superamos el relato de la historia liberal que nos quiso hacer desaparecer en guerras y epidemias del pasado; ya hace rato que somos cientos de miles los argentinos y argentinas que conocemos y celebramos nuestra sangre negra y/o indígena, que no nos comemos más el chamuyo de que todos los argentinos venimos de los barcos de inmigrantes. Cada día son menos los que se sorprenden al estilo de Santiago del Moro, que cuando ve a una mujer con rasgos indígenas piensa que es extranjera de un país limítrofe. Hace rato que sabemos que los argentinos no somos tan “blancos” como nos hicieron creer, que la vergüenza de ser “negros” forma parte del pasado y que sabemos que hoy es el tiempo del orgullo negro, de la conciencia negra. Ahora me pregunto, ¿qué pasó que no había tantos “morochos” en las listas de octubre pasado? Citando a Ismael Rivera, me pregunto ¿dónde están las caras lindas de mi gente negra en el Parlamento. Si la Nación nos incluye, ¿dónde están nuestros representantes, los que velen por nuestros derechos e intereses?
Mirando para adelante como nos propone Álvaro García Linera, la madre de las batallas está en lo cultural, y con ello no se refiere a televisar fiestas populares. Éso lo puede hacer sin esfuerzo el gobierno de la más rancia derecha, basta ver cómo desde el Ministerio de Cultura de la Nación el actual gobierno se prepara para celebrar el Día Nacional de los Afroargentinos/as y de la Cultura Afro. A una alianza de gobierno que despide trabajadores, que desfinancia programas que investigan delitos de lesa humanidad de la última dictadura genocida, que tiene por Presidente a un individuo que entiende a las políticas de Derechos Humanos como “un curro” y al Terrorismo de Estado lo llama “Guerra Sucia”, no le cuesta nada hacer un par de eventos con negros para la foto y ya. De hecho les sirve para decir que, aunque hace meses tienen presa a Milagro Sala cuando los únicos delitos comprobados que ha cometido hasta el momento son ser mujer, kolla y negra, no son racistas (a nuestros/as paisanos que piensan darle contenido a esa propuesta,  esperamos que pronto se den cuenta al servicio de qué gobierno están poniendo nuestro legado ancestral de lucha). La batalla cultural que hay que dar es la que comprometa a todos los argentinos y argentinas en la construcción de un nuevo sujeto nacional que contemple todas las identidades que conforman nuestra Nación. Pues la derrota de los progresismos en nuestra región y el avance de los sectores neoliberales nos demuestran que las reformas son buenas para otorgar derechos, pero no son suficientes para sostenerlos en el tiempo. La verdadera revolución cultural será cuando el pueblo negro-mestizo acceda al poder, cuando como en Bolivia el Parlamento esté lleno de cholas y afrobolivianos. Porque como dijo Martin Luther King Jr., no podemos esperar.
¡Libertad a Milagro Sala!
¡Todo el poder al pueblo!

Lic. Federico Pita

Director