EDITORIAL – El Afroargentino N° 2

Estado del Sueño

Son tiempos agitados los que se viven en el continente para el pueblo afrodescendiente. Desde nuestra llegada forzosa, el poder blanco no ha sabido resolver, y menos aún dentro de los límites que le imponen las democracias actuales, lo que ellos mismos han llamado el “problema del negro”.

Una vez “otorgada” la libertad a nuestros hermanas y hermanos en el marco de los estados modernos, donde la versión liberal nos presenta como ciudadanos de pleno derecho (previa lucha), la enorme mayoría de los 200 millones de afrodescendientes de las Américas sigue estando bajo los índices de pobreza; somos el sector con menores oportunidades de acceso a educación de calidad, a la salud, al trabajo y a la vivienda digna. Somos, a su vez, los más castigados por la cara represiva del estado.
En Estados Unidos, por ejemplo, donde reside un cuarto de la población carcelaria del planeta (2.300.000 presos), el 60% de los presos son negros y latinos. Esta cifra es más que desproporcionada, ya que estos grupos, en conjunto, apenas si representan el 30% de la población nacional total. Otro caso paradigmático es el de Brasil que, según informes recientes de Amnesty Internacional, es el país donde más se mata en el mundo, superando inclusive a países en guerra. En 2012 se asesinó a 56.000 jóvenes de entre 15 y 29 años y, de ese total, el 77% eran negros.
En Argentina se cuenta con categorías raciales difusas, poco difundidas en el mejor de los casos, cuando no absolutamente La sinceridad de la educación debe ser cuestionada, llevada a juicio y condenada (Sister Souljah) invisibilizadas. No obstante, tomando los términos “trigueños”, “negros cabeza”, “negro villero”, “cabecita negra”, que hacen referencia a gente de piel oscura, o sea, afrodescendientes y pueblos originarios, vemos que la situación se repite como en el resto de los países. Aquí también son estos sectores los que tristemente encabezamos la lista de población carcelaria, precariedad laboral, deserción escolar, pobreza y víctimas de violencia institucional (comúnmente llamado gatillo fácil).
Es en este contexto que los movimientos sociales y políticos de los y las afrodescendientes nos estamos organizando. Y no sólo luchando, protestando, marchando y denunciando los atropellos e injusticias del día a día, sino desafiando los propios límites de las democracias actuales de nuestros países. En un momento de profundización de las contradicciones del sistema y con procesos políticos conducidos por proyectos progresistas, la cuestión negra sigue siendo marginal en la mayoría de las agendas políticas nacionales y son hermanos y hermanas de todo el continente los que se están poniendo de pie para decir ¡basta!
Nosotros, los y las afroargentinos/as, nos encontramos frente a un año electoral y crucial en la vida política nacional. La agenda negra no figura en ninguna plataforma política y no existen candidatos afrodescendientes con posibilidad real de acceso a espacios de toma de decisión. Nos resulta muy difícil imaginar una sociedad con mayores niveles de inclusión sin que exista un profundo debate acerca de nuestra verdadera identidad étnica nacional. Sin que se cuestione que aquellos que vinieron de los barcos, sean los colonizadores y sus descendientes o los inmigrantes europeos, sigan siendo los que diseñan, organizan y dictan el destino de los millones de argentinos que descendemos de los que estaban antes de la llegada de esos barcos y de los que fuimos traídos obligados. Sin que se cuestione que mientras todos formamos la Nación, sea sólo un grupo el que la dirige, los blancos.
Desde EL AFROARGENTINO queremos despertar las conciencias de propios y ajenos e invitarlos al debate, para así acercarnos a la democracia que soñamos.

Lic. Federico Pita
Director